Dos mujeres perdieron el amor.
Desnudan las fotos de los estantes.
En la cama el corazón cierra su sexo sanguíneo.
Bajo la almohada, el perfume fósil de un nombre.
Tres mujeres perdieron el tiempo.
Todo el tiempo, ni un segundo queda en sus bolsillos.
Los relojes se suicidan.
Sus agujas clavadas en el horizonte no dejan pasar al sol.
Cuatro mujeres perdieron la vista.
Sus ojos esperan, húmedos de lluvia, en el umbral de la noche.
Los ciegos del templo huelen relámpagos.
Sus ojos saltan el umbral de la noche y llueven.
Cinco mujeres perdieron el rumbo.
Giran locas las veletas.
Las raíces del bosque clavan sus dientes en las nubes.
Por los caminos del aire la brújula de una estrella naufraga.
Seis mujeres perdieron la cabeza.
En el parque yacen sus cuerpos entre las estatuas de mármol.
La evidencia cambia los títulos.
Seis mujeres perdieron el cuerpo.
Siete mujeres pierden la memoria.
Sin el peso de la historia sus pies no logran aferrarse al suelo y caen.
Me miran desde oscuros túneles.
La memoria es la luz de los ojos.
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