Fuente:
El Elegante Oblongo y la Máquina de fabular voces
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El Elegante Oblongo y la Máquina de fabular voces
Y a ustedes, como a amigos,
quisiera mostrarles lo que me ha sucedido ahora...
En el principio del cuento estamos siempre solos. Entonces ponemos una palabra. Semilla. Larva. Entonces irrumpe una oración. Lentamente, el desierto pierde su imperio. Entonces ellos van llegando al cuento.
Se acercan, alguno nos guiña el ojo, otro saluda mientras empuja un médano para sentarse a nuestro lado, otro corta un salamín y lo reparte, otro ceba mates amargos. Entonces puede haber un crepúsculo clavado en el horizonte, o una estrella sucia, o un perfume desnudo.
Y lo que tiene que ocurrir, ocurre.
Alguno emerge sobre nuestro hombro y lee el cuento que escribimos. Entonces llama a otro. Nos rodean. Nos apartan. Se quedan en el cuento. Se fabulan. Se quedan con el cuento. Se lo llevan. Entonces nos dejan a un lado y se van en el cuento.
Lentamente, el desierto recupera su imperio y nos torna arena.
Siempre es así. En el final del cuento siempre estamos solos.
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Teatro de Cuentos / Acto 19: DEL OTRO LADO ES LO MISMO. Escena 8
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