DESPELOTARIO
2º BIBLIOTECA PÚBLICA
LAS BIBLIOTECAS DE ABRIL
Cuando alguien es destinado a presentar contenidos de La Biblioteca Fabularia suele apoyarse en uno de sus principios, aquél que sugiere “leer al otro en lugar de a uno mismo”. Este criterio metodológico tiene la maravillosa virtud de permitirnos hablar desde el placer devenido de los oficios del lector y nos protege, además, de eventuales imposturas y obligaciones del ombligo narciso.
Podemos decir entonces que “leer al otro” es más fácil que “leerse”. Es verdad. Pero “leer al otro” es también un acto de ficción sobre el mundo; y en estos artilugios, la verdad y lo dicho son apenas, leves fabulaciones sopladas en el Viento de Ningunaparte.
María Alejandra Atadía, aquí presente, recuerda que La Biblioteca Fabularia es un pequeño universo infinito donde se compilan las historias que andamos contando y las historias por contar, los libros a medio escribir y los aún no escritos, las voces que pasan narrando y las que todavía son silencio.
Algo de este decir habita en las Bibliotecas Públicas que concebimos con Edición Cyrano. Porque tal vez, “no es la biblioteca que hay sino la biblioteca que habrá la que más nos conmueve”.
Una biblioteca donde “todo viaje de lector pueda ser un discurso poético”, donde “un inventario de libros pueda significar el registro de libros inventados” y el encuentro con los que llegan nos invite a “celebrar, incluso, lo que no pudo ser”.
Diógenes Hozté, quien está también con nosotros, cuenta que “en ciertos corredores de la Biblioteca Fabularia se compilan ficciones que aún no han sido escritas. También existe un lugar donde se refugian los relatos abandonados, las obras inconclusas, las leyendas desanimadas.
Un catálogo fabulario ingresa deseos de escritura y los deriva a la sala de espera.
Cuando algo desaparece en la Biblioteca Fabularia quienes circulan por estos suburbios no ocultan su alegría: algún fabulador está existiendo en el intento.
“Los grandes cambios suelen ser imperceptibles”. Con los compañeros de Edición Cyrano sabemos esto; y también sabemos que “Mañana no es ‘nosotros’, que mañana es futuro, que mañana siempre será ‘otros’”.
Las Bibliotecas Públicas son, entonces, “invocaciones y rescates, regresos y búsquedas que suelen cifrar, en estos tiempos de naufragio, mínimos fragmentos del infinito deseo hacia los que están por venir”.
Queremos que nos ayuden a tender hojas en estos árboles; a tender, porque el que no tiende, no entiende. Acaso nos esperan el fracaso y el olvido: esto será accidente. Lo que no queremos es aquello que cuenta el Cuento Tradicional a la Nada cuando cuenta “Nunca hubo una vez”.
Queremos una vez más, están invitados.
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Bar Chinchibira. Santiago y Jujuy, Rosario. Lunes 20 de abril de 2009.
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